Hello people :) Me estoy aficionando a esto de desaparecer por aquí y me da un tanto de rabia, jaja. Pero bueno, decidí ver si estoy más metida por este mundo que es muy bueno :3
La otra noche escribí un texto y me encantaría que lo leyerais para saber qué tal. Thank you so much de antemano, babies <3.
*
Durante mi época de adolescente, hacía varios años, siempre había sido muy impulsiva. Pero eso ha ido cambiando conforme ha pasado el tiempo y ahora estoy casada.
Estoy sentada sobre el taburete negro con mis manos sobre el piano, pero no presiono ninguna tecla. Mi cabeza ahora no está en esta habitación, ha viajado al pasado sin previo aviso, sin razón alguna.
Aunque puede que, realmente, sí conozca la razón.
Muevo mi cabeza hacia atrás a la vez que cierro mis ojos y los recuerdos pasan por delante a mucha velocidad.
Se para en uno concreto y odio a mi cabeza por hacerlo. Pero sé que no puedo pararlo, ya es tarde.
Veo cómo mis dedos se enrredan en su pelo rizado, ese que extraño tanto. Siento la presión que ejercen sus labios sobre los míos como si lo estuviera viviendo en ese preciso momento. Recuerdo las mariposas que revoloteaban en mi estómago cuando estaba con él, eran las mismas que la primera vez. Y juraría que eran las mismas que acababan de instalarse en mi ser.
Entonces ocurre; lo siento. Siento ese carcaterístico mordisco que siempre me daba en mi labio inferior. Instintivamente me toco el labio aún con los ojos cerrados y palpo buscando algún rastro de sangre. Aunque puede que lo que realmente busque sea algún indicio de que está ocurriendo, de que no es solo un recuerdo.
Pero fallo, muy a mi desgracia.
Y de repente, ese recuerdo se escapa fugaz y dejo de sentir todo. Mi mano a vuelto a su lugar; sobre el piano.
Por un momento contemplo su sonrisa tímida frente a mí. Muevo los labios intentando pronunciar un «te amo», pero es en vano. De mis cuerdas vocales no sale ningún sonido.
La imagen vuelve a irse, dejándome totalmente confusa.
Comienzo a escuchar sollozos de fondo, de manera muy débil. No puedo diferenciar de quién son, ni siquiera de dónde provienen. Conforme pasan los segundos se va agravando.
Ahora sí lo sé. Los sollozos son míos.
Estoy en la oscuridad de mi habitación, sentada en el suelo, con mis piernas flexionadas y mis brazos rodeándolas. Recuerdo que son pasadas las tres de la madrugada y que no he dejado de llorar desde hace horas. Los ojos me escuecen y la rojez aumenta.
Siento cómo mi respiración crece y mis ojos se humedecen más que normalmente.
He discutido con él y por eso lloro. Pero ésta vez es la definitiva, lo sé y por eso lloro desconsoladamente. Siento en mi interior que, a partir de ese momento, las cosas van a cambiar.
Y no estaba equivocada, en lo absoluto.
Noto cómo mi corazón disminuye de tamaño, siento una gran presión en el pecho. La misma que sentí en aquel momento de mi vida.
Presiono mis ojos y un par de lágrimas se deslizan por mi rostro.
Los mantengo cerrados, esperando a que cualquier otro recuerdo haga acto de presencia.
Cuando pienso que no va a suceder, minutos después, una nueva imagen se presenta ante de mí.
Es su fino rostro, sus ojos marrones achinados, su mandíbula marcada y su cabello corto que, aun así, permite diferenciar sus rizos. Visiono que comienza a mover sus labios para articular palabra y un cúmulo de nervios se expande por todo mi cuerpo.
«Te amo, Scarlett», pronuncia.
Siento mi cuerpo debilitarse, se ha rendido ante sus palabras. Ante aquel recuerdo que echo tanto de menos y que ahora parece tan lejano.
Expulso una bocanada de aire rota. Ahora ya no aguanto y me pongo a llorar. Las lágrimas caen débilmente sobre el piano, agotando ahí su corta vida.
Hoy me he encontrado contigo, Nicholas. Y por ello, me han invadido todos los recuerdos.
Aunque lo que más siento es que, a estas alturas, me he dado cuenta de algo.
Es tarde, lo sé. Ahora estoy casada y las cosas han cambiado mucho desde entonces.
Éramos jóvenes y los tiempos eran fáciles, pero sigo enamorada de ti después de diez años.