domingo, 7 de agosto de 2011

Relax.


La brisa le acaricia la cara. Le proporciona una sensación de tranquilidad casi al instante. 
Piensa que le gustaría estar dando un paseo por la orilla de la playa en ese preciso momento. Que le gustaría sentir la arena entre sus dedos a cada paso que diera. Que le gustaría escuchar las olas rompiendo contra la orilla. Que le gustaría que por sus orificios nasales se adentrara esa olor a mar salado. Sentarse en la misma arena mientras contempla al sol irse a descansar después de un día duro. Y es que, de verdad, esa brisa puede hacer milagros.

viernes, 5 de agosto de 2011

Lee, ¿si? :)

¡Hello people! :) Como todas habíais optado porque, si subía la historia, fuese en blogger  pues os hice caso. Quiero opiniones de todo tipo, jajajaja. Simplemente fue fruto del mono de escribir algo ... No la he perfeccionado mucho la verdad, así que no sé como estará .. No sé si me entendéis, jajaja :$ Bueno, os dejo con ella para que la leáis y me digáis qué tal. Un besito amores ♥


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Los Dodgers contra los Giants.
Las gradas del estadio estaban repletas de aficionados al beísbol. Una marea de colores se mezclaba en el estadio. La temporada había comenzado no hacía mucho y todo pequeño partido era importante para colocarse primero en la Liga.
Joe, un aficionado de los Giants, animaba a su equipo como el que más. Su afición al beísbol le venía desde pequeño, como a toda su familia. Todavía le gustaba tanto o más como cuando veía los partidos desde el televisor en la sala de estar con sus tres hermanos y su padre. Y aunque ahora tuviera 22 años, seguía recordando eso a la perfección. Alguna que otra vez se repetía esa escena, dado que siempre su familia había estado muy unida.

Joseph giró su cabeza hacia la izquiera casi sin motivo, fue como algo instintivo. Sin saber porqué, fue capaz de visualizar a una chica; alguien qué brillaba ante los demás allí presentes.
Se la quedó mirando un par de minutos. Su belleza podía apreciarse, era guapa, muy guapa. Aunque a decir verdad, esa no fue la causa por la que llamó su atención. Estaba seguro. ¿Entonces por qué? Él todavía no lo sabía, pero quería y estaba dispuesto a averiguarlo.

Estuvo observando los movimientos de la chica unos minutos. Pudo comprobar que era una buena aficionada, batía su brazo al aire quejándose de la jugada de uno de los bateadores, reía con lo que podría ser su hermana o una amiga con la cual había asistido al partido.

El partido concluyó. Dodgers 26 - Giants 30.
Siempre se amontonaba la gente a la salida. Al llegar todos quieren entrar los primeros y al mismo tiempo. Y al acabar, todos quieren salir antes que cualquiera. Normal que se formase semejante pelota de gente.

Una chica castaña iba un par de pasos delante de Joe. Si hubiera alzado la vista y se hubiera concentrado aunque solo hubiese sido  un poco, habría sido capaz de reconocerla. Pero iba sumergido en alegría por el resultado del partido. Y es que, su equipo había sido el vencedor.
Una gorra de los Giants cayó al suelo. Pudo saber a quién pertenecía, ya que había visto su trayectoria hacia el suelo. La recogió deprisa, antes de que su dueña pudiera marcharse sin ella.
—Perdona, creo que esto es tuyo —pronunció Joseph después de tocar el hombro de aquella chica.
Se giró. Su pelo hizo un vuelo realmente perfecto. Posiblemente, el tiempo se paró en aquel instante.
Entonces la vio, era ella. Era la misma chica que descubrió durante el partido. La misma chica a la que se quedó mirando como si estuviera hipnotizado tiempo atrás.
— Oh, sí. Muchas gracias ... —hizo  ademán de querer saber su nombre.
— Joseph. Bueno, puedes llamarme Joe —sonrió cortésmente. Acto que ella imitó.
— Pues muchas gracias Joe. Si no la hubieras encontrado, hubiera sido la tercera gorra que pierdo en lo que llevamos de temporada.
— ¿La tercera? Pero, si hace poco que ha comenzado ... —preguntó algo sorprendido.
Comenzó a reírse sola.
— Te estoy vacilando —carcajeó. Comprendió y comenzó a reír también— Mi nombre es Emily —dijo mientras le ofreció su mano como presentación.
— Encantado —aceptó su mano y ambos la estrujaron.
— Bueno, gracias por la devolverme la gorra. Un placer, Joseph.

Para cuando Joe quería contestar ya era demasiado tarde, Emily se alejaba.

*